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miércoles, 10 de junio de 2020

Gracias miedo




 Carta #13 “Gracias miedo”  

Publicado: 11/06/2020
Sección: “14 cartas en frecuencia de agradecimiento”

“Puede que el temor solo sea una gota del pasado que se aferra a ti para desviarte del presente”
Karla Charris
 
Nota: si es lector consecuente de la sección “14 cartas en frecuencia de agradecimiento” puede saltarse el siguiente párrafo, si es un nuevo lector, disfrútelo, lo hemos dejado intacto para Ud.

Un martes por la mañana Jaim se preparaba para iniciar su día, apurada comenzó a atropellar su rutina, iba tarde a su encuentro con los conocimientos, de pronto su teléfono que nunca suena, le avisó que tenía una llamada entrante. Era su editor, ella no quería contestarle, sabía que la llamaba para pedirle un escrito que no tenía listo. Deslizó su dedo por la pantalla y con tono desdeñoso lo saludó, su amigo sabía que no tenía listo el próximo artículo, ambos intercambiaron risas como dos buenos cómplices. Él le dijo: - Esta llamada no es para que hables, esta llamada es para que escuches, cuando te propuse regalarte un blog llamado “Viviendo un país” bajo la dirección de “La vida y sus vainas” quería que hicieras lo que mejor sabes hacer, escribir sobre lo que vives, sobre lo que significa vivir un país como Venezuela, te lo regalé para que nos contaras lo que ves, lo que hueles, lo que sufres, lo que logras, pero, sobre todo, para que nos contaras cómo es que los venezolanos superan la adversidad. Sé que estás viviendo un país que a veces te dibuja sonrisas y en el mismo día te las quita. Pero también sé quién eres, así que prepara la tinta, viértela en el tintero, aquí te traigo una tarea que me ayudo a salir de la depresión que viví cuando también era un joven lleno de sueños pero sin dinero… nunca lo compartí con nadie, ahora siento que ha llegado el momento. Escribe 14 cartas en frecuencia de agradecimiento, dedícaselas a todas esas personas que te han construido como ser humano, que te han inspirado a seguir tras tus sueños.  Es hora de agradecerles a todos esos seres que te han enseñado, reconstruido, motivado, salvado y hecho feliz en ese maravilloso viaje que ha sido tu vida. Son 14 cartas porque las vas a escribir con el corazón de una niña de 14 años,  esa que ya va dejando de ser niña pero que todavía no termina de ser adulta… nos vemos en el próximo párrafo de nuestra historia, te quiero mucho mi querida Jaim…


Carta numero 13 

Son las 4:45 am de una madrugada fresca, bajo la luz de una luna de fresa, se despierta ella, el símbolo de una persona que sabe mirar más allá de las estrellas. A su cabeza saltan notas que no pueden esperar horas decentes para ser ordenadas en versos y letras.  Es como si una urgencia gritara allá en lo más alto de la azotea llamada cabeza. Esta sección de cartas nunca pudo ser parte de un plan metódico con objetivos y metas, todas las cartas que Jaim escribiera, parecían un deseo espasmódico por gritar verdades en letras. Esta madrugada parece ser una de esas, donde el viento trae oraciones, versos en letras y un recuerdo entendible del porqué ella es ella. Salió de la cama, guiando sus pasos con el resplandor de lo que ayer fue una luna llena, entre zancudos y silencio absoluto se dispuso a escribir un susurro nada absurdo. 
                                                            
 Carta 13 “GRACIAS MIEDO”

¿Tienes miedo? - pregunté, a lo que me contesté: alguna vez tuve, ahora solo me queda el recuerdo de cómo fue que aprendí a temer. Dicen que el miedo es lo que ayuda a no perderse en el mar de valentía que nos impone la vida. Pocas veces pensamos en cómo nos ayudó a no perder los dientes con la patineta o la bicicleta mientras nos gritaban “marica” retándonos a descalabrarnos. Ahora que escribo no tengo miedo, realmente deje de temblar hace mucho tiempo, y ahora que puedo, quiero escribirle a ese compañero que durante mucho tiempo vivió conmigo en silencio. 

Hola miedo, deseo que estés tan bien como yo, mirando este perfecto cielo, hoy mientras soñaba vino a mi mente el primer recuerdo de cuando te conocí, siendo apenas un ser indefenso. Te instalaron en mi cuerpo como un hardware de reacción sin que pudiera pensar cuándo si o cuándo no tener miedo. Sin embargo, te doy las gracias por traerme hasta donde hemos llegado, esta no es una despedida, tan solo es un gracias gigante que nace desde mis entrañas. Para que sepas que no te culpo de nada, más bien gracias, por hacerme sentir humana, frágil y débil en momentos donde lo necesitaba. 

Gracias por enseñarme que huir o atacar es una elección de instantes y que no puedo culparte o culparme por no saber el momento preciso donde hay que activarte. Muchas veces huimos cuando debíamos enfrentarnos, otras veces enfrentamos a las bestias cuando debíamos ponernos a salvo. No aprendimos cómo se hacia eso hasta que nos hicimos grandes, no solo en piel, sino en experiencias vestidas de derrotas con muchas lágrimas rotas. Pero qué seria de nosotros sin esas lecciones cargadas de balas de goma, esas que no matan, pero el impacto duele nada más te rozan.  Es irónico saber que naciste conmigo, pero recuerdo haberte conocido cuando mi piel fue piel y mintió para librarse de los pellizcos, golpes y escalofrió que me producía la ira del que da golpes y pega gritos. Gracias por enseñarme a ocultarme de los lobos cuando apenas era un cordero, no siempre lo logramos, pero bueno, hicimos nuestro mejor intento. 

Me gustaría volver al día donde nos conocimos para saber la diferencia entre terror y escalofrió, aunque es un deseo tonto porque me has enseñado en este recorrido a encontrar mi propio camino, contigo aprendí a apreciar la valentía de decir la verdad. Supe la diferencia que EXISTE cuando te calas en mis huesos vs apenas te percibe mi cerebro. El miedo del esqueleto es una reacción física hacia algo externo, pero ¿Qué hay del temor por pensar que no somos lo suficientemente buenos?... Esa es tu jugada maestra para enseñarnos que somos más huesos y que los pensamientos pueden remar en reverso, una vez que aprendemos a bajar el volumen del terrorífico diálogo interno así el miedo deja de ser miedo. Luego solo queda derribar el nerviosismo que nos causa el prejuicio interno de los otros que nos usan de espejo. Todos los humanos huimos de ti del mismo modo que del estigma y enjuiciamiento y en esa carrera nos vestimos de miedo para no mostrarnos por completos y es así como el miedo vuelve a ser miedo.  
Te doy las gracias por hacerme creer que las mentiras nos salvan del juicio del ego, aunque amargamente descubro que no hay peor juez que el interno. Gracias por enseñarme a vivir en la mentira que un día fui, porque ser verdaderamente yo me resultaba aterrador, no tenia las respuestas a todas las preguntas, por eso  me resultó mejor disfrazarme de intelectual para engañar a los demás. Gracias por hacerme fingir que el mal no me hacía mal, aunque morí muchas veces, esta vez siento que volví a nacer y no por azar. 

Si no te hubiese conocido quizás no conocería, de qué está hecho el coraje. Porque para ser valiente hay que estar muerto de miedo y aun así ser firme para deshielar el hielo. Durante días me he preguntado cuál es tu opuesto, muy fácil seria pensar que el opuesto al miedo es no tenerlo. Pero no es así y en esa lección tú sí que has sido un gran maestro. 

Recuerdo el día que desperté y todo mi cuerpo esta inundado de miedo, tú no te ibas, por el contrario, te volvías más terco. Tu insistencia en quedarte me enseño a buscar un empleo nada parecido a mis deseos. Fue así como el miedo al hambre me alentó a descubrir nuevos senderos. Fue gracias a ti que descubrí mi capacidad para la inventiva, pues, me ayudaste elaborar las más grandes mentiras y con ellas, me libré de cruentas palizas. 

Me habría gustado que te hubieses ahorrado las lecciones de víctima, esa que llora por los rincones intentando encontrar nuevos perpetradores. Pero ¿qué es una víctima sin miedo?, una persona que descubrió tu opuesto, una que sabe vivir en frecuencia de amor y agradecimiento. Gracias, gracias, gracias miedo por enseñarme a reconocerme en tu opuesto, el amor, que cura en silencio y te abraza cuando todo parece haber muerto. Gracias por hacerme saber que te irías de mí solo cuando estuviese lista para recibir y vivir en el amor supremo.  Ahora miro el atardecer sin temer a la noche y sus misterios, tampoco me preocupan los avatares del tiempo, pues ya tengo la calma necesaria para saber ganar batallas con latidos inmensos. Amor por la vida se llama y logras sentirlo cuando has experimentado tanto miedo que fue intentando salir de eso, como descubriste que eres un ser amado y protegido incluso cuando crees no serlo. 

Gracias miedo sin ti no sabría reconocer cuando estoy en la presencia del amor más puro y sincero. 


Escrito por: Karla Charris 
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